La complejidad y rapidez del mundo actual , los mercados y competencia, así como los clientes que influyen sobre la vida de la empresa moderna, entraña una primera dificultad: la de conocerlos y utilizarlos inexorablemente en el momento oportuno; y ¿Cómo hago esto? mediante el asesoramiento de algún experto externo que me aporte esta experiencia desde fuera, unido a los objetivos, proyectos y expertise de la empresa con sus recursos internos
Una de las tareas fundamentales del empresario eficaz es organizar adecuadamente los recursos materiales y humanos de que dispone, haciendo que cada persona cumpla una función determinada. Está claro que el propietario y/o gerente del negocio no puede realizar todas las laboresque en el mismo se desarrollan, por lo cual se impone una distribución funcional de las tareas dentro de un esquema común.
Es una costumbre muy habitual en los países anglosajones, pero no es España ni en Catalunya. Debemos recurrir a un coach de negocios o asesor empresarial, de confianza como partner e incluido en nuestra organización con los adecuados convenios de confidencialidad
¿Para qué se necesita el asesoramiento externo?
Para tomar las decisiones correctas y pertinentes, una vez contrastada la veracidad de la información recibida y su incidencia en la evolución de la empresa y de su relación con el mercado.
El servicio de información interno se complementa con el asesoramiento externo, que suele tener una visión más global y más orientada a la competencia, en respuesta a la necesidad de conservar los clientes.
Cada día es mas frecuente que este tipo de cuestiones sean resueltas por empresas asesoras, que están en condiciones de concentrar su atención en los aspectos del negocio que conocen mas a fondo, y en los que tienen mas intereses.
Ante todo, se debe descartar la actitud de algunos “empre-saurios” que consideran que pensar en la posibilidad de recurrir a un asesoramiento externo es una pérdida de tiempo y dinero.
El profesional de la asesoría lleva dedicado a esta labor muchos años y todas las horas de su jornada laboral; está en contacto con infinidad de empresas que presentan una problemática similar, en la mayoría de los casos. Su experiencia le permite conocer si el remedio aportado a una empresa fue eficaz y si será aplicable a otras.
Sin temor a pecar de exageración, puede afirmarse que su función es similar a la del médico; hay multitud de empresas enfermas o que tienen una salud frágil. Y al igual que se habla de medicina preventiva, también aquí hay que arbitrar los medios oportunos para que la empresa no se vea en grandes dificultades.
Cuando el empresario se halla enfermo, rápidamente acude a la consulta del médico; pero es menos frecuente que, cuando su negocio afronta ciertas dificultades, se dirija a recabar el informe del experto en comunicación. Y a veces le resulta más fácil admitir que algo no marcha debidamente en su organismo físico, que en el cuerpo empresarial creado por él.
Analizando los motivos que generan el éxito de las pequeñas empresas, vemos que sus rectores han demostrado tener en el momento oportuno un conocimiento adecuado de la situación, entereza ante las dificultades, imaginación y eficacia. Cuando, por el contrario, predominan la ignorancia, la impaciencia, el desaliento o la ineficacia, el fracaso es seguro.
Estas posibles causas del fracaso empresarial dejan de existir si el empresario dispone del servicio de un asesor externo que le complemente su éxito con una vision externa a su organización.