Por Borja Arrizabalaga
Desaprender no es lo contrario de aprender
Uno de los conceptos que se han puesto de moda en los últimos tiempos es el de “desaprender“.
Pero, ¿qué entendemos por desaprender? Como ocurre casi siempre, existen tantas definiciones como personas que quieran definirlo.
“Desaprender lo sabido es ahora mucho más importante que aprender cosas”
Eduard Punset
A mi entender, desaprender debe llevar implícitos en su definición los conceptos de crecimiento, apertura de mente, enriquecimiento, inconformismo, creatividad…
Es dejar abrir nuestra mente a nuevos conocimientos, antes desconocidos o minusvalorados, que nos pueden enriquecer enormemente. Es dejar de lado los conocimientos, actitudes, esquemas mentales, separándolos de otros nuevos que ahora cobran mayor importancia.
Es cuestionarse lo establecido, los esquemas y formas de actuar. Desaprender implica afrontar y resolver los problemas de forma diferente a la habitual.
Desaprender no es lo contrario de aprender.
Por tanto, desaprender puede suponer desterrar años de conocimiento, de esfuerzos aprendizaje. Sin embargo, no implica olvidar todos los conocimientos y experiencias adquiridos, sino por el contrario ampliar el bagaje cultural con aspectos nuevos o renovados, que ahora ostentan mayor importancia o trascendencia para nosotros. Se trata de un filtrado, una reorganización mental.
No nos interesa sabernos de memoria la lista de los Reyes Godos, pero sí saber sumar. Debemos ser críticos con la selección de conocimientos a desaprender, aunque según Eduard Punset: “casi nada de lo que nos enseñaron sirve para algo“.
Es un concepto tan interesante como controvertido y que merece mayor análisis. Próximamente volveremos a él, por su importancia y su gran implicación con otros temas tratados en este blog como la innovación, la creatividad y el propio emprendimiento. Además, contemplaremos otro aspecto relevante: “para desaprender, primero hay que aprender“.
Heráclito advirtió de la importancia del desaprendizaje. Hemos tardado demasiados siglos en descubrir que estaba en lo cierto. Cuando en 1970, el futurólogo Alvin Toffler habló de los analfabetos del siglo XXI, aún sonaba lejana e inconcebible la idea de que aquellos no serían los que no supieran leer o escribir, ni siquiera los que no supieran inglés o chino, sino los que no hubieran asumido un proceso de aprendizaje que no tenía cabida en una enseñanza industrial: los que no aprendan, desaprendan y re-aprendan. La idea, en realidad, era de Herbert Gerjouy, pero Toffler vendió tantos libros que todavía se le atribuye a él por haberla rescatado.
Eduardo Punset: ‘Desaprender lo sabido es hoy lo más importante’
Las empresas de hoy esperan que sus empleados sean creativos, pero estos a menudo pasan por alto que para ser creativos y para innovar es preciso desaprender, soltar el lastre de lo aprendido, de las ideas y las creencias más profundas. El desaprendizaje todavía suena lejano.
La necesidad de desaprender va más allá del ámbito laboral y de la creatividad: en un mundo que cada vez camina más rápido, todas las estructuras, incluidas las mentales, están en pleno cambio y adaptarnos requiere que también lo hagamos a nivel personal. No solo ha cambiado la forma de trabajar, también lo ha hecho la manera de relacionarse con otros y la concepción del mundo en general. Para adaptarse a los cambios, sean laborales o personales, es preciso, por tanto, que las personas aprendan a desaprender.
Sólo sé que no Sé Nada (Sócrates)
¿De qué manera hemos aprendido?
¿Hemos utilizado nuestros conocimientos para mejorar como personas?
Existen ciertos patrones, creencias y viejos paradigmas que hemos adquirido desde nuestra infancia. Nos enseñaron, por ejemplo, que “la letra con sangre entra”, que “hay que sacrificarse para vivir bien”, que “el dinero se consigue con mucho esfuerzo”, “esto es así y punto”, y muchas frases más que habrás escuchado y que nos han hecho vivir una vida basada en ellas, sin darnos cuenta, que cuando ya no nos sirve, podemos cambiar para conseguir una información diferente que nos lleve a sitios diferentes.
A pesar de lo mucho que hemos tardado en tomar conciencia del desaprendizaje y sus consecuencias, la literatura y el cine ya estaban enviando el mismo mensaje con insistencia. Cada vez que un personaje afronta una crisis, cada vez que se para a analizar sus valores y creencias, cada vez que gracias a este fracaso llega a un final feliz, ha estado desaprendiendo.
Existen ejemplos muy evidentes, como Billy Elliot o El rey tuerto, y otros no tan claros, como los personajes que protagoniza Clint Eastwood en sus propias películas. El mensaje es siempre el mismo: para que las cosas salgan bien, hay que pararse a pensar qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo y qué sentido tiene seguir haciéndolo igual que hasta ahora.
Scott Barry Kaufmann, psicólogo en la Universidad de Pensilvania, ve en los personajes que llegan al límite y se enfrentan a sí mismos la puerta a la creatividad: «En algún momento de su vida se ha desmontado la visión que tenían del mundo como un lugar seguro». Es este impacto el que les lleva a «salir a la periferia a ver las cosas de una forma diferente, renovada; es esto lo que conduce a la creatividad».
En uno de sus poemas, Bukowski escribió:
La manera de crear arte es quemar y destruir
conceptos comunes y sustituirlos
por nuevas verdades que vienen sin pensar
y brotan del corazón.
Con una carga más pasional, quizá Bukowski estaba hablando de lo mismo que Kaufmann.
Desaprender es hacer un esfuerzo consciente para decodificar patrones establecidos abandonando zonas de comodidad intelectual.
El ser humano es un animal de costumbres, y puede instalarse en una zona de confort eterna: “toda la vida se ha hecho así”, “A mi edad ya no voy a cambiar”, “Yo soy así”. Justificaciones que no permiten crecer y avanzar. La vida es un constante aprendizaje, y el quedarse estancado en viejas ideas puede llevar a un letargo continuo.
Desaprender va de eso. No es sinónimo de olvidar, aunque se haya extendido el paralelismo entre desaprendizaje y olvido. Se trata, más bien, de mirarse al espejo y confrontarse a uno mismo, así como cuestionar todo lo previamente aprendido.
Alfons Cornellà, fundador y presidente de Infonomía, tiene como lema esta frase: «Desaprendo, luego existo». Para explicar esta idea con la que comulga a diario, Cornellà dijo en una amplia entrevista publicada en Excellence que «no se trata de olvidar lo que sabemos, sino de no ser esclavos de ello». Para él, «reanalizarse, revisarse y repensarse» son tres ejercicios fundamentales para progresar en un mundo cambiante en el que, según Samuel Arbesman, autor de La vida útil de los datos, el conocimiento tiene en la actualidad una «fecha de expiración» de menos de 10 años.
“Los anafalbetos del Siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer ni escribir, sino aquellos que no sepan Aprender, Desaprender y Reaprender”
Alvin Toffler
No se trata de “olvidarnos” de todo lo aprendido, sino más bien, de seleccionar aquello que no es útil y reaprender una manera diferente de hacerlo.
Reaprender es un concepto que se utiliza con bastante frecuencia en el ámbito de la educación para nombrar al proceso de aprender nuevamente algo, desde una perspectiva diferente a la original.
La noción de reaprender, por lo tanto, suele utilizarse en conjunto con otras dos ideas: aprender y desaprender. Aprender consiste en adquirir un saber a través del análisis de una experiencia, de una lectura o de un discurso. El proceso de aprendizaje permite desarrollar una habilidad o potenciar una capacidad.
De ahí el término Desaprender es dejar de hacer lo mismo, descubrir otros caminos que sí existen y que permiten llegar al mismo lugar, dejando las limitaciones que comúnmente se tienen, por otras que no se han experimentado.
Es estar abiertos a nuevas ideas, nuevas actitudes, nuevas habilidades, nuevos hábitos, nuevas creencias y nuevos paradigmas que se convertirán en una nueva forma de pensar más abierta que nos permita conseguir ese estado de felicidad que nos pasamos la vida buscando.
“Yo quiero Desaprender para Aprender de nuevo. Raspar las pinturas con que me pintaron, desentoxicar emociones, recuperar mis sentidos…” Rubem Alves
Si desaprendo, ¿Que aprendo de nuevo?
El desaprender te lleva a deshacerte de todo lo viejo que ya no sirve dentro de ti.
Es como reciclarte, así podrás: Crear, Renovar, Innovar, Reinventar, conseguir Objetivos, perseguir tus sueños, adquirir nuevas habilidades, recuperar capacidades olvidadas, aprender a gestionar tus emociones, hacerte consciente de tu ser, cambiar tu vida y a su vez la de quienes te rodean.
De la misma manera que “No puedes dar nada de lo que no tengas” no podrás llenar tu taza si no la vacías. Libera tu mente de todo lo viejo: busca, indaga, observa, pregunta, obtén información nueva y fresca. Es posible que así consigas llegar a donde deseas…