la mejora continua en la empresa del siglo XXI

La Gestión Lean busca acabar con los desperdicios, que son todas aquellas actividades humana que absorben recursos y no crea valor. Algunos ejemplos de desperdicio son los defectos que requieren reparación, sobreproducción que ocupa espacio de almacén y ha empleado recursos, pasos del proceso innecesarios, movimientos de empleados o productos sin finalidad, cuellos de botella que mantienen en espera puestos de trabajo y bienes o servicios que no quiere el cliente.

Lean busca emplear menos esfuerzo humano, menos equipamiento, menos tiempo y menos espacio para generar un producto excelente a la medida de la demanda del cliente

“El secreto no está en el nombre de la filosofía sino en la actitud, persistencia en el tiempo, de perseguir e implementar acciones de mejora y eliminación de actividades de valor añadido, con pleno apoyo de la dirección y de empleados, adaptadas a las circunstancias específicas de cada empresa, para el incremento de la productividad, la reducción de plazos de entrega, el aumento de la calidad y la reducción de costes.”

 

desperdicios

 

Valor del producto/servicio

Las empresas son ecosistemas con la finalidad de crear valor en todos los aspectos. El valor social viene determinado por el enriquecimiento de la sociedad generando trabajo, innovanción, competencia, etc…. Y por supuesto valor económico, lo que les asegura ser sostenibles y una continuidad temporal.

De acuerdo a la definición anterior, queda claro que si una empresa no consigue ventas, no prosperará. Las compras las realiza el usuario final o cliente. Luego, será lógico pensar, que la empresa debe buscar la forma de conquistarle. Para conquistar a alguien, lo primero que se suele hacer es investigar sobre sus gustos, aficiones, necesidades… para asegurarnos que nuestras propuestas tengan una respuesta positiva. Ahora habría que preguntarse, si aplicamos esta idea de la vida cotidiana en nuestra compañía ¿tenemos claro el perfil de nuestro cliente? ¿Sabemos lo que busca con nuestro producto? ¿por qué decide irse a la competencia? Pero no podemos olvidarnos de analizarnos a nosotros mismos ¿Que podemos dar? ¿Cuáles son nuestras fortalezas? ¿Cómo queremos ser conocidos por nuestros clientes?.

Solo teniendo clara la estrategia de la empresa y la voz del cliente podremos lograr el bien o servicio especifico, que satisface sus necesidades, por su función, precio y tiempo de entrega. Esto es el valor del producto.

Cuando le preguntaron al Dr. Deming cuál era su definición de calidad, él muy sabiamente respondió: ” ¿Qué es calidad? No me pregunten a mí. Pregunten al cliente.”

Errores comunes en las empresas a la hora de definir el de valor:

  • Un producto muy sofisticado, complejo y lleno de opciones no genera valor si no es lo que el cliente demanda.
  • No es la gran obra de un ingeniero lo que genera valor.
  • La empresa no se puede aislar, se debe escuchar la voz del cliente para desarrollar un producto acorde a sus necesidades, no al gusto del desarrollador. No se puede esperar a saber el parecer del cliente cuando el producto se está fabricando, hay que contar con su ayuda en el diseño.
  • No se trata de ajustarnos a una tecnología de fabricación o unos activos con los que contamos.
  • Tampoco es más valorado un producto por su procedencia de fabricación. Hay que conocer al cliente final y adaptarse a sus necesidades locales.
  • No podemos conformarnos con lo que sabemos fabricar, con los activos con los que ya cuenta la empresa y ajustar el precio para conseguir darle salida.

Cadena de Valor

Hemos aclarado que el valor lo crea el propio producto. Pero para lograr ese producto final, antes, se han llevado a cabo varios procesos. El conjunto de acciones especificas requeridas que hacen pasar un producto por las tres áreas de gestión principales de una empresa es lo que denominamos cadena de valor. Y las tres áreas son:

Diseño, que trata de dar solución a una necesidad del cliente.
Gestión de la información: desde la recepción del pedido hasta la entrega al cliente
Transformación física: desde materia prima hasta el producto acabado en manos del consumidor
En el análisis de la cadena de valor se determina los pasos que generan valor, por lo que el cliente está dispuesto a pagar, y todas aquellos puntos en los que no de genera valor. En unos casos hay tareas que no generan valor pero son inevitables y necesarios (por ejemplo una inspección de soldadura) y en otros son claramente un desperdicio de recursos y puede prescindirse de ellos con el consiguiente ahorro en esfuerzo y bienes materiales.

Esta análisis se extiende a suministradores, subcontratistas y todas las partes implicadas (transportistas, distribuidor,..) hasta que el producto este en manos del consumidor final. Lo que se persigue es que las necesidades del cliente queden cubiertas, ya sea el cliente externo o el olvidado cliente interno.

Es fundamental generar relaciones “win to win” con los implicados en el proceso de generar valor. Así como alinear los objetivos marcados en la estrategia (tiempos de entrega, calidad, producto, materiales, información). Esto implica un cambio radical, hasta ahora el secretismo era el arma de defensa para negociar, pero Lean exige la transparencia como único medio para conseguir una confianza absoluta y un control total de la cadena de valor.

Flujo

Antes de fijarse en el flujo de producción, debe estar muy clara la definición de valor y haber realizado la primera criba de eliminación de desperdicios, mapeando el diagrama de la cadena de valor. Los primeros pasos aportarán grandes beneficios a la empresa y sentarán las bases del pensamiento lean. Esas ganas de ir a más y llegar a la excelencia.

Esta nueva fase requiere una reorganización total de la gestión, puede ser una revolución absoluta en el modo de concebir la transformación de la materia. La búsqueda de que la materia, producto e información fluya a través de las etapas creadoras de valor. Hablamos de procesos y no de departamentos.

Por supuesto esto no sucede de la noche a la mañana, la implantación de cada herramienta lean requiere de formación y tiempo de consolidación, así como de un control mediante indicadores para valorar el rendimiento económico que se está obteniendo. Aún así no hablamos de tiempos largos, los beneficios se pueden observar desde el 4 mes para las herramientas más sencillas hasta un año para las más complejas.

Producción Pull (JIT)

Lean quiere que las empresas sean flexibles a la demanda, produciendo en la cantidad, tiempo y lugar requeridos con niveles de desperdicios tendentes a cero. Hoy en día, la competencia y la sociedad cada vez más dinámica, exigen cambios en la producción para adaptarse a la demanda. El cliente es cambiante y exigente en los plazos, además busca un producto más personalizado, más adaptado a la necesidad concreta de cada individuo. Las herramientas Lean ayudan a las compañías a hacer frente a esos cambios, a conseguir un flujo continuo de producción incluso con variedades de productos. Este es el ambicioso objetivo de la gestión Lean.

Perfección

Un proceso de implantación Lean no termina, puesto que siempre existe y se debe buscarse las posibilidades de reducir en mayor grado los desperdicios que no aportan valor al producto. Por eso, mediante el control y análisis de las técnicas implantadas, los equipos de mejora tiene que estar abiertos a seguir avanzando en la búsqueda de la mejora.

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