La falta del pensamiento crítico y de innovación en las organizaciones actuales son algunas de las consecuencias de promover la obediencia ciega. Los jefes más inseguros suelen exigir más docilidad por parte de sus empleados

De entre todos los problemas a los que debe enfrentarse el líder de un equipo, la falta de obediencia casi nunca es uno de ellos. Las Personas acatamos las normas por defecto y lo que cuesta trabajo es, precisamente, contar con trabajadores que tengan un pensamiento disruptivo. Los empleados que cumplen las directrices sin rechistar y que no cuestionan el statu quo generan menos conflictos pero también ponen en riesgo la capacidad de innovación y la creatividad de la compañía. Tener a alguien que se atreve a llevar la contraria es un serio problema.

Es verdad que hay contextos en los que tener un jefe autoritario que exige que se cumplan sus órdenes tiene algunas ventajas. Por ejemplo, si hablamos del personal de urgencias de un hospital o de un equipo de bomberos durante un incendio. En estos casos, lo más adecuado es que sea una persona, el jefe, quien centralice la toma de decisiones y los demás obedezcan sin cuestionar. “Al estar muy orientado a la tarea, esta se lleva a cabo de forma eficiente”,

Se trata de situaciones muy específicas. Por norma general, es mejor estimular el pensamiento crítico a la obediencia ciega. Tendemos a pensar que, al rodearnos de compañeros que piensan igual que nosotros, las cosas van a fluir mejor y el trabajo va a ser más fácil, ágil y eficiente. “Esto explica por qué muchos jefes prefieren a personas obedientes, sumisas y que no les contradigan”

Pero hay algunos riesgos. Si una persona centraliza siempre la toma de decisiones puede pasar que los demás no se atrevan nunca a tomar la iniciativa. “Normalmente, sucede por miedo a ser criticado. También hay personas que prefieren no hacerse responsables de las decisiones para evitar las consecuencias”. Sobre todo, si saben que ser crítico no es una conducta deseable en su entorno. El miedo, la inseguridad y el no querer asumir las consecuencias de un error hacen que prefieran obedecer a tener iniciativa.

Además, el comportamiento de los líderes influye directamente en la actitud de los empleados respecto a la innovación. “A un jefe que tiene seguridad en sí mismo le gusta que le reten. Entiende a un trabajador que cuestiona las cosas, una crítica o alguien que piense diferente a él como un reto o una posibilidad que puede contribuir al desarrollo de proyectos en la compañía”. “Si es inseguro o tiene miedo, va a inhibir o castigar cualquier iniciativa que le haga salir de lo que controla”. Y las consecuencias de esta actitud son más preocupantes de lo que podría parecer.

Durante los últimos años, la psicología ha evidenciado, con experimentos que han demostrado ser preocupantemente robustos, que la mayoría de gente es obediente por defecto. El simple hecho de que alguien ocupe una posición superior parece motivo suficiente para no cuestionar sus indicaciones. Luego pensar de formar disruptiva y cuestionarse el Status Quo, es un valor al alza, para la diferenciación en la transformación digital e industria 4.0 para “vencer” a la robótica y aumentar tu tasas de empleabilidad.


Si un empleado centraliza siempre la toma de decisiones puede pasar que los demás no se atrevan nunca a tomar la iniciativa.

Muchos trabajadores Simplemente, obedecen porque un superior lo dice. Se piensa que no se sienten responsables de sus acciones porque están siguiendo indicaciones de su jefe. La gente suele hacer lo que le piden, la falta de obediencia no es habitual y no supone un problema para el liderazgo.

Pero Realmente, ¿De dónde nos viene esta obediencia? Es una cuestión de educación. “Educamos a los niños y niñas para que obedezcan a los padres y a los profesores por defecto, en parte porque es más cómodo para ellos que no les lleven la contraria”, “Cuando llevamos 5 o más años cumpliendo con las normas, es muy difícil cuestionar el statu quo y aportar algo diferente y original”.

Las sociedad, durante toda la vida,  ha promovido el que las personas recibamos castigos cuando no estamos de acuerdo y premios cuando obedecemos. Contrarrestar este aprendizaje legitimando las propuestas disruptivas y el pensamiento crítico es fundamental para estimular la innovación de los equipos y hacer avanzar a las organizaciones, formando parte de un futuro, todavía por construir.

El mayor lastre para la innovacion: la obediencia ciega

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