Celebrar es un rito tan antiguo como la humanidad. Todo el mundo sabemos que es, para qué sirve y lo que mola. Pero, ¿lo usamos a nuestro favor en el trabajo?

Celebrar proviene del verbo latino celebrare derivado del adjetivo celeber. En su origen era, concurrido, frecuentado, numeroso y abundante. Y era el antónimo de desertus,desierto y abandonado. Algo así como un páramo.

Una vez hemos descubierto el antónimo, mi pregunta inicial ante este rito es, ¿Para qué no celebramos?, o mejor dicho, ¿Para qué naricesno celebramos?

Según hemos podido indagar en nuestro trabajo, existen varias creencias en torno a la celebración. Estas son algunas de las comunes, y las entrecomillo porque son absolutamente reales:

§ “Si celebramos, no se nos percibe como profesionales”

§ “No tenemos tiempo para celebrar”

§ “No sabemos celebrar”

§ “No sé cómo hacerlo para hacerlo bien”

§ “Si nos ven celebrando, los del otro departamento se van a poner de uñas”

§ “No sabía que era importante”

Aclaremos que una creencia es una construcción mental sobre la realidad que puede ser cierta o no, pero que igualmente asumimos como verdadera e impacta en nuestra conducta y en nuestra forma de entender el mundo. Las creencias se transfieren entre personas e incluso, pueden conectarse entre si como una red neuronal creando mensajes colectivos muy poderosos. Son creencias que conforman cultura.

Pero no son inmutables; una creencia no es un axioma, por lo que podemos jugar a aparejarle una simple indagación a cada una y a ver qué sucede ¡vamos allá!

“Si celebramos, no se nos percibe como profesionales”

Cuando estamos en la búsqueda de un gran profesional, ¿la ausencia de capacidad de celebración es una competencia útil? Mmmm. Quizá no.

“No tenemos tiempo para celebrar”

Sin duda que la gestión del tiempo es muy particular y además, no parece existir una receta mágica para asegurar que lo hacemos de manera impecable. Pero, ¿no os parece que si tenemos tiempo para reprender a otros, para tener reuniones y reuniones, y para ver nuestras redes sociales un par de veces al día, decir que no tenemos tiempo es al menos dudoso?

“No sabemos celebrar” – “No sé cómo hacerlo para hacerlo bien”

¿Conocéis a alguien que sea famoso por lo malo que es celebrando? Yo tampoco.

La única tentación que tuve al pensar en esto, fue en un momento en que mi hermano me regaló un extintor para el coche por Reyes. Pero no, ni siquiera, él es un gran celebrador, de los mejores que conozco. Un abrazo, hermano,gracias por intentar salvarme la vida.

“Si nos ven celebrando, los del otro departamento se van a poner de uñas”

Podría ser. Pero, realmente, ¿cuántas veces lo has experimentado? ¿no crees que ante una celebración sana, si existe enfado ajeno, eso nos pone tras la pista de algún desajuste interno de la organización? Piénsalo, por el precio de una celebración, en el peor de los casos, va a aflorar un problema más grave y estás ante la oportunidad de encontrar alguna solución compartida.

Las creencias, si bien a veces nos alivian y nos entregan seguridad, a menudo nos limitan. Indagar sobre ellas y cuestionarlas nos ayudará a crecer en posibilidades.

Si has leído hasta aquí, por favor, tómate unos segundos para ver en qué punto estáis tú, y tu equipo con todo esto. Y para ayudarte, vamos ya con el capítulo de aportaciones.

En el ámbito físico, cuando celebramos, producimos y liberamos endorfina, serotonina, y dopamina, que, entre otras cosas, están encargadas respectivamente, de inducir felicidad, equilibrar el estado de ánimo y promover motivación. ¿Quién no quiere eso para un equipo?

Cuando un equipo está celebrando un hito, en realidad, de manera indirecta, está realizando una parada, le está dando forma a una parte de su historia y troceando su recorrido a modo de iteraciones o ciclos. No hay nada peor para un equipo que estar en un continuo monótono y plano. Los ciclos de trabajo, aumentan la consciencia, despiertan la atención y renuevan el propósito.

Celebrar es el vehículo perfecto para darle sentido al reconocimiento. Y no sólo individual sino colectivo.

Celebrar se traduce en un mejor clima. Pero lo que es más importante, es una herramienta para conectar personas, desarrollar hilos, a veces sutiles e invisibles, pero que nos unen de manera muy fuerte. A veces nos preocupa tanto estar cohesionados e identificados con el proyecto común, que desarrollamos sesudos planes que implican grandes inversiones para al final seguir siendo serios. Pensemos que las personas, en el fondo, tenemos necesidades sencillas, y a menudo, menos, es más. De los mejores momentos que tenemos guardados en la retina, muchos son de cafés, sorpresas y momentos de éxtasis compartido.

Celebrar un éxito laboral es un rotundo ejercicio de autoafirmación y que impacta directamente en mejorar la autoestima individual y colectiva. ¡Auuuuuuu!

No es necesario realizar grandes inversiones de dinero ni de tiempo para celebrar, puede ser tan barato como un abrazo o tan fugaz como un rayo. Eso sí, ojalá que la celebración sea respetuosa con todo el equipo y tan frecuente como los éxitos que cosechemos.

Celebrar o no hacerlo, tiene una correlación directísima en la cuenta de resultados y en la forma en que llegamos a ellos. Y no es algo baladí. He calculado que, descontando vacaciones, libranzas y ojalá que pocas bajas médicas, de media pasamos unos 14 años (completos) de nuestra vida trabajando. Ahí es nada.

Ahora pregúntate, ¿No crees que nos debemos celebrar a menudo? Vamos, coge papel y boli, abre agenda, recuenta celebraciones pendientes y convoca un café, una caña o un corrillo. Si ves que el equipo de al lado os mira de reojo, sube la apuesta e invítales. Tómate en serio la celebración, la sonrisa es parte del rendimiento.

EAR – Equipos de alto rendimiento: Celebracion

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