Cansancio crónico social y poco sueño
En España dormimos una hora menos de media que en el resto de Europa. Más del 70% de los españoles declaran sentirse con frecuencia cansados y faltos de vitalidad física o mental. El 96% de la ciudadanía, además, confirma haber sentido estrés en algún momento. Vivimos bajo el yugo de la hipótesis de la reina roja: para mantener el status quo global tenemos que avanzar sin freno como sociedad. Como Alicia en la novela de Lewis Carroll, corremos el doble de rápido para acabar quedándonos en el mismo sitio que nuestro competidor. La revolución digital nos prometió que la robotización nos llevaría a la automatización en nuestro entorno laboral y dibujaría un universo de ventajas en favor del disfrute y ocio personal. Años después, aquí estamos, en un país en el que ha normalizado contestar mails y mensajes de trabajo los fines de semana –el 54% de los asalariados españoles trabaja los sábados–, donde nos inventamos palabras en inglés para nombrar trabajos de pobres, y donde el 27% de los españoles hace una jornada de más de 10 horas al día. Una sociedad que se ve obligada a estar presente para sus jefes en todo momento más allá del horario de oficina y donde el privilegio es dejarse correos electrónicos sin contestar ocriarse sin pantallas delante. Algunos de estos datos y anécdotas se recogen en Kómoda: la vida sin fuelle, un documental que busca un diagnóstico a las causas de la apremiante fatiga social en España y trata de ofrecer respuestas a una sociedad quemada.
El film, dirigido por Douglas Belisario y conducido por Nicolás Coronado, está producido por la consultora Torres y Carrera en colaboración con la productora Milana Bonita. El proyecto se estrena esta noche en en Madrid y saltará directamente a plataformas televisivas próximamente. La cinta viene acompañada, además, de un estudio de la consultora de comunicación –realizado a 1.500 hombres y mujeres durante el pasado mes de febrero– en el que se concluye que cuatro de cada diez españoles se siente cansado a diario y el 47% atribuye al trabajo el motivo por el que se siente agotado.
Miedo a una España karoshi
“Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”, dijo el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en uno de los textos filosóficos más virales que se recuerdan. Los españoles empatizaron de pleno con la teoría de este pensador que escribió La sociedad del cansancio (Pensamiento Herder, 2017) y donde desgranaba los males de una civilización hiperconsumista y neoliberal tras la caída del muro de Berlín.“Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, dijo en su charla en el CCCB. Si no llegamos en este nuevo paradigma, donde el presentismo y la hiperconexión laboral nos asaltan a cualquier hora de la semana, creemos que es nuestra culpa. El documental Kómoda va un paso más allá en esta ansiedad por la productividad a toda costa y pone sobre la mesa el fantasma del karoshi: el vocablo japonés que se popularizó en los 80 y que designa a la muerte por exceso de trabajo. Hace unos meses el karoshivolvió a la palestra mediática tras el suicidio de una joven publicista deprimida (había superado las 130 horas extra mensuales) y el país ha decidido ponerse las pilas y actuar frente a una epidemia de insomnio. Más allá de los devastadores efectos sociales y personales, el gobierno japonés ha estimado las pérdidas provocadas por la de falta de sueño en 138.000 millones de euros.
La brecha del cansancio
En España, la gente tampoco duerme. Según el estudio de la consultora, el 51,9% de los encuestados cree que la mala calidad del sueño o la falta de éste es la causa responsable de su cansancio. Una sensación más acusada para las mujeres (el 57,5%). Kómoda también explora la brecha de cansancio entre géneros más allá de las diferencias salariales y se apoya en las consecuencias psicológicas y físicas de la carga mental femenina: cuando el conjunto de tareas que atañen a la labor de planificación, organización y toma de decisiones en el hogar recaen sobre la mujer y ésta las suma a las de su jornada laboral. El trabajo no remunerado –ese que equivaldría a 28 millones de empleos en España– agota a las mujeres. El film recuerda la teoría de la investigadora y premio Nacional de Sociología María Ángeles Durán: si se reconociesen las tareas doméstica, estas representarían un 55% del PIB nacional.
Más allá de los millennials
Hace unos meses se viralizó un ensayo de Anne Helen Petersen sobre cómo los millennials se han convertido en la generación quemada.”¿Por qué no puedo hacer estas cosas mundanas? Porque estoy agotada. ¿Por qué estoy agotada? Porque he interiorizado la idea de que debería estar trabajando constantemente. ¿Por qué he interiorizado esa idea? Porque todo y todos en mi vida la han reforzado, explícita e implícitamente, desde que era joven”, explicaba la autora, apuntando a una desoladora visión en la que nuestra ceguera por el éxito profesional sumada a un mercado laboral altamente precarizado donde se requiere que estemos siempre conectados nos ha llevado a un horizonte en el que el agotamiento no nos hace distinguir entre lo urgente y necesario. En España, según el estudio, la falta de sueño como principal consecuencia del cansancio nos afecta hasta los 44 años. Al final no eran solo los millennials. Esto va mucho más allá de una generación quemada.