Primero que todo no es algo nuevo sino que es el siguiente paso lógico dada la exponencial y creciente capacidad de procesamiento logrado por las máquinas, esto sumado a las mega-plataformas que las grandes Tech-Companies ponen a disposición del mundo, hacen que la colaboración de la comunidad sea fundamental a la hora de acuñar y expandir los usos de la tecnología creada por estas compañías. Como muestra, la gran cantidad de servicios que ofrecen Microsoft, Google, Amazon o IBM, que permiten, incluso sin tener de desembolsar un sólo dólar, probar, jugar, crear y construir con herramientas que hace unos cuantos años sólo era imaginable en grandes centros de investigación o prestigiosas universidades del mundo.
Un tipo particular de estos servicios son los que podríamos enmarcar en el concepto de la Inteligencia Artificial y es precisamente la relación sinérgica mencionada anteriormente, la que ha disparado su crecimiento y aplicaciones en los días actuales.
El sinnúmero de potenciales aplicaciones hace que algunos levanten discursos apocalípticos donde poco menos seremos como los humanos subidos de peso que caracterizaba la película Wall-E. Este pensamiento resultaría consistente bajo el paradigma de que de aquí a la eternidad los diversos trabajos y ocupaciones estén limitados a los que sólo existen al día de hoy, donde gran parte de estos surgieron a partir de la Revolución Industrial y como a partir de esto se generó un ecosistema organizativo que pudiera hacer funcionar a la, en ese entonces, naciente Industria.
Siempre escuchamos que los procesos son cíclicos y que para que algo nuevo nazca, necesariamente algo debe dejar de existir, estas nuevas herramientas que la tecnología pone a disposición de la humanidad ayudarán a dejar en las máquinas lo que ellas saben hacer mejor (tareas repetitivas, bien estructuradas y de poca complejidad o donde se requiere una baja-media habilidad). Sin embargo, las máquinas no pueden cuidarse solas y requieren de intervención humana a intervalos regulares para que sigan operando correctamente. Esto significa que se abre un nueva demanda por personas que desempeñen roles en diversos puntos en la operación de las máquinas; en resumen, nuevamente debemos acomodar nuestros ecosistema organizativo donde ayudemos a la inteligencia artificial a ayudarnos.
Se crearán trabajos relacionados a cada una de las etapas del ciclo de vida del proceso a cargo de la IA, desde el desarrollo y las pruebas, hasta el soporte, mantenimiento, entrenamiento y la programación, estos dispositivos no podrán funcionar sin la atención constante de los seres humanos. Donde en mi opinión personal, la experiencia y sabiduría adquirida por expertos en cada uno de los rubros es fundamental a la hora del entrenamiento y mantenimiento de este tipo de tecnologías. Donde cuando hablo de expertos no me refiero a sólo a jóvenes profesionales con títulos o certificaciones, sino más bien a personas que saben a partir de años de experiencia y del «saber haciendo» y de como se hacen las cosas… si, esas mismas cosas que queremos enseñar a las máquinas.
En resumen, si cambiamos el paradigma y nos adaptamos a como la IA esta cambiando la naturaleza del empleo y en como se hacen los negocios, podremos aprovechar este nuevo ecosistema tecnológico. En lugar de vivir con el temor de que las máquinas nos quitarán el trabajo, podremos crear nuevos roles basados en la inteligencia artificial y mejorar las perspectivas de empleo de las personas de todo el mundo.