Escasez de materias primas, un atasco en los puertos y un repunte en el consumo, especialmente en el online: más allá de lo estrictamente sanitario, la pandemia de COVID-19 ha roto en pedazos la cadena de suministro. Productores, transportistas, vendedores y consumidores se enfrentan a una coyuntura de desabastecimiento y retrasos que nadie sabe cuándo acabará.
Sin embargo, para los expertos, este punto de inflexión debe desembocar en un cambo de modelo. Apuestan por una reflexión que implique a todos los actores -incluyendo a la Administración- y pronostican que, en el medio plazo, la cadena logística será más corta, la producción de lo que falta hoy estará más cerca y tanto el consumo como la distribución tendrán en cuenta el medio ambiente.
Más producción local y cadenas con menos intermediarios
En cuanto al resto de la cadena de suministros, los expertos vaticinan que el futuro pasa por «apostar por la relocalización de la industria estratégica» para evitar los parones o despidos en fábricas europeas como los que ya está provocando la escasez de semiconductores y microchips, que principalmente se fabrican en Asia.
Más allá de los estragos en la fabricación de vehículos y otros dispositivos electrónicos, una encuesta desarrollada por Eurostat en 2018 entre empresas europeas revela que, a pesar de que gran parte de su producción se queda dentro de las fronteras de la Unión o en países europeos, en torno a un 30 % de su actividad principal está deslocalizada en Asia.
Quizás la producción está muy centrada en China y en los países asiáticos, y nuestra dependencia es muy grande», Cuantos menos eslabones haya entre el fabricante y el consumidor, más difícil será que la cadena se rompa, explica el experto, para quien la creación de cadenas más cortas es tan importante como el aumento de la producción local.
Organismos como la Comisión Europea ya han anunciado inversiones en este sentido y han reclamado que se aumente la producción local para reducir estas dependencias. Sin embargo, los expertos creen que esto será lo más difícil de conseguir y que no lo veremos hasta dentro de tres o cinco años.