Pero; ¿qué es el liderazgo? y ¿por qué es tan importante?. El liderazgo podríamos definirlo como el conjunto de habilidades que una persona posee, para influir en la forma de ser o actuar de las personas o también de un grupo de trabajo determinado, haciendo que este trabaje con entusiasmo en beneficio de lograr unas metas u objetivos.

En la empresa, el liderazgo no consiste únicamente en desarrollar resultados, que sería la versión más simplista del término y que por desgracia muchas veces sucede, sino también desarrollar la organización para el futuro. La suma de ambas, determinará el éxito a largo plazo de la compañía.

Por último y después de ese auto-análisis de uno mismo y que uno ya es capaz de identificar que competencias del liderazgo tiene que mejorar (proactividad, comunicación, empatía, asertividad, adaptación al cambio, motivación, formación,…etc.), es importante conocer que para abordar nuestros retos de negocio actuales, es fundamental conocer y comprender cuales son las cinco dimensiones del liderazgo :

  1. Dirigirse uno mismo.
  2. Obtener resultados planificados
  3. Generar impulso y atracción
  4. Desarrollar y/o cambiar la cultura y status-quo
  5. Guiar, enseñar el camino

Efectivamente todas las dimensiones del liderazgo son importantes pero la conexión de todas ellas procede de “dirigirse a uno mismo – modelo a seguir”. Cuando hablamos de que me dirige podemos pensar en aquello que nos apasiona y como se conecta con nuestro trabajo diario. Quizás si respondes a las preguntas de: ¿Qué te aporta más satisfacción en el trabajo? y ¿Por qué exactamente hago este trabajo? Consigas las respuestas que te ayudarán a dirigirte mejor a ti y por consiguiente a los demás.

No obstante y atendiendo a un estudio realizado por la Harvard Business Review en la que a 195 líderes de 15 países diferentes y mas de 30 organizaciones, se les preguntó, sobre cuáles eran las competencias de liderazgo más importantes en el mundo y respondiendo a la cuestión: qué hace realmente eficaz a un líder?, se obtuvieron las siguientes respuestas que pueden servirte de guía en tu plan de desarrollo profesional:

  1. Tener estándares éticos y morales. Un líder con altos estándares éticos transmite estar comprometido con la justicia y hace que sus empleados cumplan las normas. Lo que tradicionalmente siempre hemos sabido, predicar con el ejemplo.
  2. Satisfacer metas y objetivos sin desviarse. La credibilidad de un líder depende en gran medida de predicar con el ejemplo y no saltarse sus propios estándares para conseguir resultados. Vuelve a repetirse el ser “coherente” con uno mismo y con los demás.
  3. Comunicar claramente las expectativas. Cuando un líder comunica claramente sus expectativas, no da la espalda a su equipo y se asegura de que todos reman en la misma dirección. En un ambiente seguro, los empleados se relajan y experimentan una mayor capacidad para comprometerse, innovar y ser creativos.
  4. Tener flexibilidad para cambiar de opinión. Si un líder está dispuesto a tener en cuenta otras opiniones no sólo aprenderá él, sino que fomentará el aprendizaje en conjunto y la innovación en la organización que lidera.
  5. Obligarse a la formación continua. Un buen líder siempre debe estar dispuesto a mejorar, a aprender más cosas y poder transmitírselas a aquellos que están por debajo en la jerarquía para que un día sean igual de buenos liderando. Esta cualidad sin duda cobra más importancia hoy en día, acorde a los tiempos de cambios en los que nos movemos.
  6. Comunicarse frecuente y abiertamente. Los líderes que se comunican frecuente y abiertamente con su equipo crean una mayor conexión con sus empleados y de éstos con la causa. Cómo ya hemos comentado en alguna que otra ocasión, el tiempo que invertimos con nuestro equipo es una inversión muy rentable.
  7. Estar abierto a nuevas ideas y enfoques. Esto ayuda a promover la innovación y el aprendizaje dentro de la organización que lidera. Como decía Steve Jobs: “No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tienen que hacer”.
  8. Crear un sentimiento de éxito y fracaso en conjunto. Cuando un líder considera que los fracasos y las victorias se afrontan y se celebran respectivamente en equipo, los empleados se sienten más arropados y conectados con la causa común. El fracaso no existe, es un aprendizaje sin lugar a dudas y así deberíamos recibirlo y el éxito también hay que saber celebrarlo, celebramos poco y es muy importante regocijarse en la victoria. De esta forma le estamos transmitiendo a nuestro cerebro un mensaje muy potente de que “hay que repetirlo”.
  9. Ayudar a crecer a la siguiente generación de líderes. Que los líderes del mañana existan, y sean aún mejores, depende en gran parte de que los de hoy les transmitan sus conocimientos y les ayuden a escalar. Es importante que los líderes muestren compromiso y transmitan sus conocimientos. Este punto está a mi entender muy relacionado con la autoestima de muchos, que consideran que transmitir al resto o propiciarles información les resta poder a ellos mismo, cuando el efecto es el contrario. Contar con un equipo maduro es de ser “inteligentes”, al margen del concepto de sostenibilidad tan importante en las personas y las empresas.
  10. Proporcionar seguridad para la prueba y el error. Cuando un equipo siente que tiene apoyo para probar cosas nuevas y afrontar la situación si estas salen mal, arriesgan mucho más a la hora de innovar. Esto puede ser muy positivo para la organización liderada, ya que fomenta el crecimiento y la innovación. Y la pregunta que deberíamos hacernos todos es: Y en nuestra empresa, ¿premiamos las iniciativas o por el contrario ponemos el foco en castigar los errores?.

 

Las cinco dimensiones del liderazgo del siglo XXI

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