El problema es que la sociedad ha estado enfocada en los conceptos de talento y el coeficiente intelectual y ha pasado por alto el del temple. Pero en sus experimentos ha visto que “el hecho de que un individuo sea talentoso para las matemáticas no hace que logre ser el mejor en esa materia”. También ha habido más interés en la parte de perseverar del coraje y no en la pasión, pero es la mezcla de ambas la clave del éxito.

La perseverancia para el éxito es una cualidad clave que te ha ayudado a aprender a andar, a hablar o a escribir. Para todos los aspectos de tu vida.  «La mayoría de las cosas importantes en el mundo han sido logradas por personas que han seguido intentándolo cuando parecía no haber ninguna esperanza en absoluto«, mantenía Dale Carnegie.

El manera clave para mejorar la perseverancia es hacer pequeños pasos, pequeños logros que ayuden alcanzar un objetivo concreto. Los pequeños logros son un gran éxito.

West Point es la academia militar más antigua y exigente de Estados Unidos. Cada año se presentan a las pruebas 15.000 alumnos para luchar por una de sus 1.200 plazas y todos comparten resultados académicos excelentes y aptitudes físicas envidiables. Sin embargo, históricamente, el 20% de los cadetes abandonaba la institución en las primeras semanas. Esta cifra se convirtió durante años en un quebradero de cabeza para psicólogos y docentes, incapaces de averiguar por qué una tasa de abandono tan elevada si la preselección era, en principio, impoluta.

La psicóloga Angela Duckworth (Universidad de Pensilvania) viajó el verano de 2004 a Nueva York para analizar a más de mil cadetes de primer año e intentar revelar el misterio. Duckworth diseñó una encuesta en los que se testaba, además de sus capacidades intelectuales y físicas, la voluntad de los alumnos para perseverar en sus objetivos a largo plazo. El grado de predicción fue altísimo, bautizó el test como GRIT y el modelo se convirtió en un referente. ¿Las conclusiones? Los líderes, al margen de talento, poseen determinación. ‘La combinación de pasión y perseverancia es lo que distingue a los grandes triunfadores. Poseen GRIT’, afirma Duckworth.

Su conferencia TED sobre el método se viralizó en el año 2013 (ya suma más de 20 millones de reproducciones) y en 2016 escribió el libro GRIT: El poder de la pasión y la perseverancia, un best seller aplaudido por personalidades como Arianna Huffington (fundadora del HuffPost) o Brad Stevens (entrenador de Boston Celtics). ¿Por qué? Básicamente, Duckworth defiende que la clave del éxito es el carácter y la tenacidad.

Tu éxito no depende de tu talento si no de tu disciplina.

El problema es reconocer cuál es la pasión. En los niños es fácil hacerlo cuando se les deja escoger con libertad sus áreas de interés. En dichas circunstancias el adulto debe apoyarlos para que exploren esos intereses. Otro reto es no volverse testarudo ante una situación que no está dando frutos, pues no se trata de seguir apostándole a un negocio quebrado o querer ser el mejor jugador de basket si no se tiene la talla mínima.

Esta teoría arrincona el talento, tan aplaudido siempre, para centrarse en la resiliencia y defender que importa más la actitud. Y, sobre todo, en defender que el éxito es una cualidad que depende más del aprendizaje que de la genética.

Para Duckworth el temple es el término opuesto de renunciar y un sinónimo de perseverar con pasión a largo plazo. Como lo dice en su libro “es tener una actitud de ‘no me doy por vencido’ o una pose de pelear hasta el final frente a los retos”. En una entrevista al diario The Washington Post, lo definió de manera sucinta como ‘aguante’ pues considera que en el corazón de la palabra está el concepto de adherirse a un reto, y no soltarlo a pesar de las piedras que surjan en el camino.

No todo el mundo tiene esta virtud. Algunas personas son exitosas con el viento a su favor pero se desbaratan en la adversidad. Por eso es importante ponerse de pie y seguir después del fracaso

Por su parte, el periodista y sociólogo inglés Malcolm Gladwell, en esa misma línea, ha desarrollado la teoría de las 10.000 horas en su libro Outliers para explicar porqué algunas personas tienen éxito. Según Gladwell, 10.000 horas de dedicación es lo único que te separa del éxito en cualquier disciplina. Los Beatles se convirtieron en Los Beatles porque entre 1962 y 1964 tocaron cada día durante 8 horas en un club de Hamburgo y Bill Gates es Bill Gates porque antes de cumplir los veinte años invirtió diez mil horas trasteando delante de un ordenador.

Tu éxito no depende de tu talento si no de tu disciplina. Antes de Duckworth ya creía más en el esfuerzo que en el talento, después de Duckworth, ya no soy el único loco que cree más en el esfuerzo que en el talento. Seguiré intentado rodearme con gente con talento y GRIT, pero siempre va a ponderar más las ganas y la pasión que el talento aislado.

Y yo mientras tanto seguiré con determinación hasta conseguir mis objetivos, que aún quedan muy lejos.

Tus mayores logros rara vez tienen que ver simplemente con tu identidad. Mucho más tiene que ver con tu personalidad. Con la forma en la que superas los retos que te planta la vida. No dejes que nadie cambie tu destino, escribe el tuyo propio.

Recuerda: El éxito no es un fortuito. El éxito es trabajo duro, perseverancia, aprendizaje, estudio, sacrificio y, sobre todo, pasión por lo que estás haciendo o aprendiendo y desaprendiendo continuamente, y levantarte cada vez que te caigas, interiorizando todos los aprendizajes de forma positiva y resiliente para la futuro travesía.

El factor fundamental del éxito es la perseverancia y no tanto el talento

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies