La robótica es una de las claras tendencias de futuro. La posibilidad de que una máquina adopte aspecto casi humano y sea capaz de operar, casi en su totalidad, como una persona normal es un concepto que intriga, interesa y, al mismo tiempo, intimida.
El ejemplo más evidente del avance de la tecnología hacia el auge de la robótica y la inteligencia artificial es el proyecto desarrollado por Google (DeepMind). De ese proyecto derivó el supercomputador AlphaGo, el cual, recientemente, logró vencer al campeón del mundo de Go, un juego más complejo que el ajedrez y cuyo elevado número de combinaciones lo convierte en un reto casi imposible para una máquina.
Con este intenso progreso de la inteligencia artificial y trabajos como los realizados por Boston Dynamics, la robótica está comenzando a dejar de ser una temática de futuro para convertirse en una temática del presente. Los robots complementarán a los seres humanos incluso en las tareas más complejas. Veremos desde robots encargados de cuidar y limpiar el hogar hasta robots capaces de ofrecernos asistencia médica. Y es que muchas de las profesiones actuales podrán ser desempeñadas, en algún momento, por un robot, que serán parte fundamental de por ejemplo, la industria 4.0
- La máquina es un medio, no un fín. “el robot está al servicio de la persona o de la empresa. El uso indiscriminado y sin filtros para procesos de selección no puede ser apropiado. Puede tener un uso menos objetivo que el seleccionador humano”.
- Hay quien piensa que la inteligencia artificial afina mejor en los procesos de selección, porque puede eliminar determinados sesgos que se contienen en los procesos sólo humanos. “un algoritmo no tiene sesgos, pero pero tiene posibilidades de discriminar, por género, adscripción política u orientación sexual. Un algoritmo tiende a replicar los sesgos que hay en la sociedad, y replica la realidad. Si le preguntamos a quién elegiría como presidente de una compañía del Ibex 35, al 90% escogería a un hombre y no a una mujer. el algoritmo infiere información procedente de otras actuaciones o informaciones. La dirección en la que vive un individuo ofrece pistas sobre su posición económica, o incluso sobre su raza, y también la información que proporcionamos en Facebook o en otras redes.
- Cuando se deja aprender a una máquina y no se ponen filtros o módulos de control se dan casos como el de Amazon, que usó una herramienta basada en inteligencia artificial para procesar un alto número de currículos y seleccionar así a los candidatos ideales. Pero la máquina tenía un sesgo en favor de los hombres al examinar aspirantes para puestos de desarrollador de software y otras ocupaciones de carácter técnico. El sistema aprendió que eran preferibles los candidatos de género masculino, penalizando los currículos de mujeres. También está el caso de Tay, el ‘bot’ parlante de Microsoft, que aprendía de sus conversaciones con la gente y evolucionó para mal, convirtiéndose en una especie de monstruo de la inteligencia artificial.
- “un ‘algoritmo jefe’ no tendrá la misma empatía que un humano en ciertos asuntos y circunstancias”. Pone el ejemplo de algunas compañías que contratan a ‘riders’ en Australia: “Allí en determinadas épocas del año las temperaturas son muy elevadas,y los ‘riders’ buscan la sombra, aunque eso provoque que la ruta que siguen sea más larga que la recomendada. Un algoritmo que sustituyera a un supervisor humano no tendría en cuenta la circunstancia del calor, y se fijaría exclusivamente en la rentabilidad y longitud de la ruta. La máquina puede despedir al empleado por no cumplir con su trabajo eficazmente”.
- A todo esto se añade la intervención de máquinas, dispositivos y algoritmos en el control del trabajo y registro de horarios. Es un impacto creciente de la tecnología en las relaciones laborales. Antes el debate estaba en cuestiones como que el empresario puede monitorizar los correos electrónicos, pero ya se habla de las posibilidades de geolocalización del empleado o de la posibilidad de invadir sus horas personales. Hay que tener en cuenta que existe una protección máxima de nuestros derechos fundamentales que priman y están por encima del poder de organización que tiene el empresario
Pero los expertos van más allá y auguran una sociedad en la que los robots y los seres humanos convivirán paralelamente y en igualdad de condiciones. Una sociedad en la que, a simple vista, será imposible distinguir entre un ser humano y un robot, y en la que ambos tendrán acceso a las mismas oportunidades.
Ya se está trabajando en la creación de los primeros Derechos RobóticosEn base a estas predicciones, ya existen pequeñas asociaciones alrededor del mundo que trabajan en la creación de los conocidos como “Derechos Robóticos”, un listado equivalente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos recogida por las Naciones Unidas durante los años cuarenta. En ellos se trata de preservar la integridad de los robots y su consistente integración en la sociedad humana.
Todas estas iniciativas impactan fuertemente con el paradigma en el que vivimos. Robots reemplazando a los seres humanos en el trabajo, diagnosticando enfermedades, o con una declaración similar a los Derechos Humanos. Las dudas no hacen más que sucederse respecto a esta tendencia. Pero recuerden: hace cincuenta años, el mismo escepticismo era aplicado sobre la realidad virtual, los teléfonos móviles inteligentes y los vehículos autónomos. Sin embargo, hoy, ya son una realidad.