Si tenemos datos, podemos hacer cualquier cosa”. Es el ingrediente mágico para que una inteligencia artificial funcione y dé los resultados óptimos para que una ‘sociedad smart’ optimice su eficacia. Así de claro lo tiene Claudia Villalonga, directora académica del Máster Universitario en Inteligencia Artificial de UNIR, con quien hemos aprovechado para hablar del boom de este tipo de tecnología en nuestro día a día. Y es que el futuro de la inteligencia artificial está más presente que nunca: “La encontramos por todas partes, en nuestros móviles como asistentes de voz; en nuestra casa a través de altavoces inteligentes que conectan una alarma. Esto ya es una realidad”.

En los últimos 3 años, gran parte de la población ha pasado de desconocer el término a saber en qué consiste o a que al menos le suene. ¿Somos conscientes de su uso y la responsabilidad que conlleva?

La IA ha venido para revolucionar nuestro presente

Según un reciente informe de la International Data Corporation, el gasto en inteligencia artificial se va a duplicar en los próximos 4 años. Entre 2022 y 2026, se espera pasar de los 42,3 millones de euros a los 93 millones. Las empresas buscan ser más ágiles e innovadoras en un momento de la historia totalmente inusual. Entre los principales objetivos: brindar una mejor experiencia al cliente y ayudar a los usuarios a desempeñarse mejor en sus funciones. En definitiva, quieren hacernos la vida un poco más fácil con un nivel de servicios más personalizado. ¿Cómo afectará a nuestra vida cotidiana?

La Inteligencia artificial cambiará nuestro mundo dentro de veinte años. “Ella”, pronto fluirá a través de nuestras vidas como lo hace la electricidad hoy, rehaciendo cada esfera de la actividad humana. La IA traerá enormes beneficios a la sociedad y la economía, garantizando una producción más eficiente y, por tanto, los productos y servicios de nuestro entorno serán más económicos y accesibles.

Dentro de dos décadas, aspectos de la vida humana diaria serán irreconocibles. La IA generará una riqueza sin precedentes, revolucionará la salud, el transporte, el mundo financiero, la alimentación y la educación a través de la simbiosis hombre-máquina y creará nuevas formas de comunicación y entretenimiento.

Con la IA será posible lograr y producir grandes avances en la ciencia y la medicina, incluso nos plantearemos si otorgarle a “Ella” el Premio Nobel de Medicina. Gracias a este progreso, podremos vivir vidas más longevas y saludables. Los principales actores de la salud no serán las farmacéuticas, serán Google, Microsoft, Amazon y Apple, porque tienen tus datos. “Ella” llegará a tal nivel de profundidad en tu vida que analizará las heces de tu inodoro inteligente y realizará un diagnóstico de tu salud, o incluso, tu reloj inteligente le enviará datos de tu nivel de estrés, y acabarás tomando píldoras inventadas y recetadas por la IA para mantener tu presión arterial bajo control.

Diría que en 2042 no poseeremos automóviles, ni mucho más, sino que te suscribirás a los productos que necesitas y que te recomendará “ella”. Verás los informativos y las películas protagonizadas por “actores” generados por la IA y que tú has elegido. “Ella” estará conectada con tus electrodomésticos y hará la compra predictiva por ti, por lo tanto, vivirás la muerte de las compras tal y como la conoces hoy en día. Seguramente el almacén donde preparen tu pedido estará gestionado mayoritariamente por robots, los mismos que contratarán, evaluarán, supervisarán y despedirán a los humanos.

“Ella” seguirá anticipándose a tus decisiones y te mostrará el valor de la ultra-personalización. Viviremos la inmortalidad digital y la atención al cliente que recibiremos de las compañías será a través de los Humanos Artificiales.

Los robots y la IA se harán cargo de tu antiguo trabajo, pero también crearán uno nuevo para ti, un trabajo que no podrías haber imaginado en 2021. Frente estos posibles escenarios, y al liberarnos del trabajo rutinario, la IA también desafiará los principios organizativos de nuestro orden económico y social.

Pero, ¿y si resulta que la IA no creará un trabajo diseñado para nosotros y sí para sus compañeros los robots? ¿Y si es cierto de que estamos a las puertas del final del trabajo tal y como lo conocemos hoy en día?

Durante siglos, los visionarios y eruditos han ido prediciendo que las máquinas volverían obsoletos a los trabajadores humanos (obsolescencia humana). El temor de que la automatización pueda desplazar a los trabajadores y potencialmente conducir a una gran cantidad de desempleo se remonta a un mínimo de 200 años a las revueltas luditas en el Reino Unido. Y desde entonces, esta preocupación ha surgido una y otra vez, ahora, tal vez, hemos incorporado recientemente en la ecuación la posibilidad de que los robots graven y paguen nuestras pensiones, pero es una simple variante del destino final.

Ante el pronóstico del World Economic Forum de que en 2026 un 50% de los trabajos estarán desarrollados por máquinas, se ha vuelto a acentuar el debate y la gran preocupación de la sociedad por el reemplazo masivo de los puestos de trabajo, cediendo el protagonismo a la IA, a la automatización y siempre bajo una óptica de escepticismo.

Pero este tsunami masivo no lo empezaremos a ver hasta 2031. cuando la IA esté generando un aumento estimado del 26% (€13,2 billones) en el PIB mundial. Economistas y tecnólogos seguramente pronosticarán y advertirán que la economía está ya en un punto de inflexión. Cuando analicen en profundidad los datos del mercado laboral, verán signos preocupantes, enmascarados por ahora por una recuperación cíclica. Al levantar la vista de sus hojas de cálculo y algoritmos deficientes, observarán las dos caras de la automatización: robots en la sala de operaciones y detrás del mostrador de comida rápida.

Se imaginarán coches autónomos serpenteando por las calles y drones de Amazon sobrevolando el cielo, reemplazando a millones de conductores, trabajadores de almacén, agricultores, etc… incluso observarán robots que polinizan desde almendros hasta arándanos. Verán que las capacidades de las máquinas, ya extraordinarias, continúan expandiéndose exponencialmente, mientras que desgraciadamente, las nuestras siguen siendo prácticamente las mismas, debido a los planes erróneos de los gobiernos a la hora de prepararnos para el futuro. Y se preguntarán: ¿Hay algún trabajo realmente seguro?

Seguramente sí, y aunque la decisión del final del trabajo sigue siendo solo un concepto futurista y utopía para la mayor parte de la humanidad, no debemos olvidar que todavía, a fecha de hoy, los humanos seguimos siendo los autores de nuestro destino, claro está, hasta que “Ella” quiera tomar parte, y si no, sólo hace falta recordar las palabras de Stephen Hawking al catalogarla como el peor evento en la historia de nuestra civilización.

Problemas a los que se enfrenta la IA

La recogida de información es el principal dolor de cabeza de quienes tienen que entrenar a una inteligencia artificial. Si queremos que funcione de manera eficaz el machine learning se necesita un conjunto de datos tan grande, que es el principal obstáculo para lograr resultados más precisos. Y no solo eso, sino que después debe haber una clasificación y un humano tiene que aplicar un algoritmo que debe ser lo más objetivo posible para que no entre en juego un problema ético o un sesgo racial.

Todo pasa por educar en inteligencia artificial a la sociedad. Que todos sepan que afecta a nuestra vida cotidiana más de lo que creemos y que no debemos tenerle miedo, sino respeto. Porque a quien debemos temer es a quien está detrás de ella y al uso que hace de la información que desgrana.

Año 2042, como será nuestra vida con al Inteligencia artificial?

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